IV Domingo de Cuaresma: Porque tanto amó Dios al mundo ...

Hoy el Evangelio nos recuerda que Jesús vino para salvarnos y para mostrarnos la luz de su misericordia. El Padre Olivo en su homilía nos preguntaba: ¿Somos acaso nosotros reflejo de la luz de Cristo en nuestras acciones, palabras y gestos de cada día? o por el contrario nos gusta quedarnos a la sombra en lo oscuro. Es una buena reflexión para este tiempo de cuaresma en el cual poco a poco ya nos vamos acercando cada día más a la pasión de nuestro Señor.

Evangelio de hoy

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Lectura del santo evangelio según san Juan (3,14-21):

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»